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Sin saberlo, los humanos influimos en el aprendizaje de los cachorros

Los cachorros de perro de tan solo ocho semanas se fijan en cómo reaccionan emocionalmente los humanos que los rodean cuando se enfrentan a un nuevo estímulo y actúan en base a lo que han visto. Si la persona que acompaña al cachorro expresa emociones positivas ante un objeto, es más probable que el animal se acerque a él y lo examine. Es el resultado de una investigación de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest (Hungría), publicada esta semana en la revista Animal Behaviour, que representa la primera prueba de un comportamiento descrito en bebés y adultos humanos y que hasta ahora no se había demostrado en perros.

“Cómo reacciona el propietario de un cachorro a una situación puede afectar en gran medida a cómo se comporte el animal y qué aprende de esa situación”, explica en entrevista telefónica Claudia Fugazza, investigadora de la Universidad Eötvös Loránd y autora principal del estudio. “La actitud del propietario ante una situación nueva es importante porque el cachorro busca información de él. Así pues, mostrar actitudes positivas puede ayudar al animal a aprender sobre el mundo y reaccionar positivamente ante las situaciones que se encuentra”.

Fugazza y su equipo han analizado el comportamiento de 48 cachorros de ocho razas distintas que se encontraban en criaderos, todos de ocho semanas. “A esta edad se encuentran en el llamado periodo de socialización, que es cuando están particularmente predispuestos a habituarse a muchos estímulos diferentes, ya sean sociales, seres vivos, otros perros, personas, objetos… Es también cuando a los dueños se les aconseja sacar a los cachorros para exponerlos a estímulos, ya que, si no se hace en este periodo, más tarde es más difícil que se habitúen a ellos”, aclara Fugazza.

Mostrar actitudes positivas puede ayudar al cachorro a aprender sobre el mundo y reaccionar positivamente ante las situaciones que se encuentra”

Durante el experimento, los investigadores situaron cerca de los animales un objeto que les era extraño: o bien un ventilador con cintas atadas, o un altavoz que emitía crujidos y sonidos de sirenas dentro de una papelera. Un grupo de cachorros tuvo que afrontar la situación en solitario. Otro, junto a uno de los investigadores, que los animaba a acercarse al objeto con un tono de voz amistoso y agudo. Y un tercer grupo, también con un investigador, pero que les hablaba en tono neutro.

La mera presencia de una persona animó a los perros a explorar el objeto, algo que también ocurre cuando se encuentran en compañía de sus madres, según han hallado los investigadores. Los cachorros que percibieron emociones positivas en su humano acompañante tuvieron aun una mayor predisposición a examinar el estímulo.

“Nuestro estudio es también una prueba indirecta de que los cachorros son capaces de interpretar las emociones humanas, ya que adaptan su reacción a la misma situación en base a la emoción que su compañero expresa”, señala Claudia Fugazza.

Al volver a enfrentarse al estímulo una hora más tarde, esta vez todos a solas, cada perro mostró una reacción similar a la que había tenido antes, lo que indica que el comportamiento de su acompañante humano queda grabado en su memoria, al menos a corto plazo. “No sabemos si tiene un efecto a más largo plazo, pero sabemos que los perros adultos recuerdan muy bien las acciones de los humanos. Así que, si tuviera que hipotetizar, diría que puede tener un efecto duradero”, afirma Fugazza.

Hasta ahora solo se había descrito este comportamiento en humanos y algunos primates, aunque, en el último caso, con resultados contradictorios. Según Fugazza, se trata de una capacidad muy útil en especies sociales. “Es una forma de aprender especialmente ventajosa para los individuos jóvenes. Ante una situación nueva y peligrosa, actuar como un compañero con más experiencia puede salvarles la vida. Al revés, si hay un estímulo positivo, como comida, aprender a acercarse sin miedo puede mejorar sus probabilidades de supervivencia”.

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Fuente: La Vanguardia

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